jueves, 28 de diciembre de 2017

Memorias: El Club de las 5 (3)

La Jefa.


De las pocas ventajas que tiene el avanzar a paso lento y tembloroso a la muerte es que tienes tiempo de sobra para contar historias y sobre todo escucharlas. Puedo asegurarte que muchas de las historias que he conocido aquí en mis últimos días tienen un factor común: Una mujer cabrona como protagonista.

Llega un momento de la vida de toda mujer en la que debe ser cabrona: Por sus hijos, por sus sueños, por su hogar, relación, o por ser la que manda, que es el caso de esta mujer.

Gestionar un departamento en una compañía no es una labor sencilla, menos cuando históricamente las mujeres han sido más conflictivas entre si que los hombres, cuando se cuestiona el mérito de un ascenso y se le atribuye en los pasillos a tu falda y las manos largas del vejestorio superior. O cuando simplemente el nuevo pelotudo está enamorado de ti.

Era ella quién ponía el orden en cada reunión, pactaba los plazos y aprobaba los resultados, sus informes impecables, cabeza alta y mirada penetrante durante la presentación de proyectos la imponían. Claro que yo no era ya el pelotudo adolescente de siempre pero si carecía de experiencia, y amigo mío, no puedes carecer de experiencia frente a una mujer, es un pecado mortal y castigable.


Era cabrona y no permitía que nadie pasara sobre ella. Blindaba a los suyos y defendió nuestros derechos, nos otorgó beneficios en una selva salvaje de supervivencia. Era indomable ¡Dios sabrá cuánto me ponía el fantasear con cabalgar esa fiera!
Solamente escuché rumores sobre una pareja, era del extranjero. Por aquellos tiempos el Producto Interno Bruto del país no se encontraba en su punto. Y cuando abres fronteras sin prepararte al interior, nos pasa eso, no se puede competir con la nueva oferta.

Extrañamente, si que tuve una chance de enredarme con alguien de su círculo cercano. Pero ya ves, a la hora de pasar factura la experiencia no expide nuevos plazos.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

MEMORIAS: EL CLUB DE LAS 5 (2)

PARÍS Y LA MUJER QUE NO TENÍA UN SEGUNDO NOMBRE



Cuando eres un viejo mequetrefe como yo, al que la vida se le pone en juego cada noche al dormir, tener una continuidad en estas memorias es algo que resulta complejo, reviso mis notas y recuerdo el compromiso pactado para mi lector de hablar sobre el club de las 5, de mencionar a cada una de ellas. Hoy, después de una terapia de recuperación muscular en la mañana me siento en forma para redactar estas líneas, las referentes a la mujer que no tenía segundo nombre, primer miembro de ese club:

La historia de esta mujer empieza donde termina la zona de confort de mi adolescencia, en el cambio de hormonas y el aroma de la libertad y el autodescubrimiento. La recuerdo medianamente rubia (No, no pienses que hay una inclinación, fetiche o prototipo, lo verás luego) Una compañera más de mi entorno, con la que no nos hablábamos, pero que siempre miraba de reojo en las calles, me ubicaba en los parques de modo que quedara en buen ángulo para verle, y que incluso en alguno de esos juegos de integración, con una que otra maroma, conseguí tenerla como amiga secreta. Sin embargo con ella había algo también que la hacía imposible, y era que tenía un novio mayor y estaba todo lo enamorada que está una mujer a esa edad. Que el tipo era guapo, rubio, de ojos azules y eso, y cuando uno había estado relativamente acomplejado toda su vida pues… Difícilmente pasa de allí. Ahora me doy cuenta que sin importar esas condiciones físicas, al final todos llegamos a ser los mismos vejestorios

La historia con esa mujer sin segundo nombre vive su mejor punto, o su mejor pico de altura en el momento que mi mueren mis mascotas. Para esa época empecé a recibir algunas muestras de cariño, especialmente de jovencitas condescendientes con las que no me hablaba (era tímido y solitario en aquellos años), me dejaban cartas escritas a mano de ánimo, de fortaleza, de recordarme que no querían que yo cambiara mi forma de ser. Y eso fue precisamente de las cosas que más me ayudó en esa etapa de mi vida, claro está que hubiese preferido mil veces el sexo por piedad a mi favor. También estaban los vecinos que eran comprensivos de mi situación, todo ese tipo de sensaciones de culpa y necesidad de reivindicarse con ellos mismos… El caso es que una de esas chicas que me escribía era ella.

A raíz de eso nos hicimos medio amigos. En esa amistad me forje como alguien detallista dentro de lo entendible, les daba cartas y tarjetas en las fechas especiales, chocolaticos, ella me hacía alguna manualidad, un total huevón aprehensivo y dominado, sin el carácter y tez requerido para domar a la más. Fue un periodo totalmente perdido para mi hombría. Recuerdo ahora que conservo alguna fotografía bastante desgastada de aquellos momentos

La amistad se difumina y se la lleva el viento (no se pierde, solo se evapora) cuando ella decide continuar su vida fuera del continente, su promisorio talento para el diseño le abrió las puertas que me faltaron a mí y me condenaron a mi status de soldado raso.


Soy un nefasto soldado raso pensando en el amor que le tenía a una reconocida figura del diseño en París.


jueves, 26 de octubre de 2017

MEMORIAS: EL CLUB DE LAS 5 (1)


PARTE 1

Al redactar estas memorias lo primero que tengo que mencionarte a ti querido lector, cuando hago referencia al “Club de las 5”, es que está formado por principalmente por mujeres que se han elevado en mi vida al exclusivo status de “trauma”, más precisamente, “trauma en el plano amoroso”. Se trata de mujeres por quienes he llegado a sentir mucho más que un simple gusto (entendiendo pues que en temas amorosos hay diferentes escalas, que podrían ser tipo: Atracción >> gusto >> traga >> enamoramiento >> trauma) si, creo que ese puede ser el debido proceso para este escrito, el ránking de rango emocional en la vida de este viejo hombre.


Otra cosa que funciona a modo de introducción, no sé si de confesión también –Llega un punto en el que al hacer esto, escribir para ti, no sabe uno dónde está la delgada línea entre contar una historia, confesarme a mí mismo o hacer catarsis– es que yo mismo me consideré siempre una persona empoderada de mi sexualidad, y por ello mismo, pude ser ‘de gusto fácil’, es decir, el 99% de las mujeres del mundo podrían gustarme, creo que esto lo notarás en más alguna ocasión mientras lees estas memorias entregadas por partes. Siento que cada ser humano tiene algo que le hace especialmente atractivo, en algún sentido, algo similar a los tipos de inteligencia propuesto en el 83’ por Howard Gardner (Inteligencia lingüística, lógico matemática, espacial, musical, corporal, blablablá), cada mujer, tiene algo que le hace atractiva. Pueden ser un imán para mí por su inteligencia, por su físico, por su carácter, por su ego, su aura, por sus gustos. Por mil cosas.

Por último, decir que si bien hay un llamado “Club de las 5”, no son solamente 5 las que han ocasionado un trauma o que son dignas de plasmarse en una historia. Son ya años y años de vida mía, lo que presume de estar llena de musas, de romances cortos, de enamoramientos imposibles, de historias de 1 o 2 noches, reencuentros, e historias casuales y cotidianas, tanto es así, que antes de iniciar este texto me vi en la obligación de revisar mis antecedentes minuciosamente con el fin de no pasar por alto a quien merezca estar en este grupo, y al hacer esta revisión, me he dado cuenta que si hay mujeres que no han entrado, fue porque pegaron en el palo, disculparás la comparación con uno de mis deportes favoritos, se quedaron ahí, a puertas de entrar, como en el fútbol, y me obligaron a gritar “UUUUHHH” como grita una tribuna al ver que pasaron tan cerca de la meta, merecerán una mención de honor en algún otro texto, si en este que produzco mirando al pasado no tienen cabida. Ahora que empiezo a perder la capacidad de contener el tamaño de las lagunas blancas de mis recuerdos es necesario plasmarles aquí. También es relevante convenir que si bien tratamos de un trauma en el plano amoroso, habrá alguna que vaya incluso más allá, y alguna otra que a lo mejor no te parezca encajar como trauma amoroso, sino como amor y ya.

Sin más, bienvenido al club de las 5.


K


MENCIÓN DE HONOR PARA LA FUNDADORA:


Al igual que las grandes escuelas, llámese Howgarts si le viene en gana, las grandes empresas, obras arquitectónicas de talla mundial, corporaciones multinacionales, las distintas revoluciones que ha vivido la humanidad y la mayoría de cosas: Todo empezó con alguien, con 1 persona que dio el primer paso, y si bien tiene el honor de ser la fundadora, no necesariamente es quien deba ser la número 1 de este club. Sin embargo, merece su mención honorífica, una mujer llamada K, de quien me enamoré a mis 10 años, si es que uno a los 10 años se enamora. Una chica de mi colegio, que estaba en mi mismo curso en 5to grado, con su cabello entre rubio y castaño, su piel ni muy blanca ni morena, su cuerpo delgado y alto y todavía sin indicios de pubertad. Me jode no tener ninguna fotografía de ella. Todavía me encuentro en algunos días buscándole en los obituarios de los diarios. Es un amor que tengo totalmente perdido. Se perdió de mi vida porque primero, al empezar el bachillerato nos cambiaron de curso, y para séptimo ya no estaba en el colegio. De hecho nunca hubo una amistad ni nada, era muy idiota en esa época para hablarle a una niña, así que lo único que tengo como recuerdo de ella, es de una vez que me agarró la mano por accidente al confundirme con alguien más (Lógicamente ese día juré nunca más bañarme la mano, quien sabe cuántas horas duró ese ‘nunca más’) Y… Mi otro recuerdo va de una ceremonia que se hizo en mi colegio y quedó grabada en VHS, ella queda en algún plano de la filmación, y pues eso, durante un par de años puse una y otra vez ese VHS al menos 1 vez por semana para verla y recordarla, también para manosearme, pues tengo presente que esa cosa del diablo llegó a mi vida  a los 11 años.


Entonces eso, la primer miembro de este club es mi primer amor de colegio, mi primer amor, mi primer fracaso amoroso. Sin embargo, ella no contará dentro de la lista de 5 miembros que tengo presente.

viernes, 25 de agosto de 2017

Bell


Bell siempre tuvo un temperamento impositivo, la última palabra con ella debía ser la que su voluntad dijera, un ego a la altura de las obras arquitectónicas de los más grandes rascacielos de las principales ciudades del mundo, prepotente lo justo para presumir sus hazañas y la facilidad de las mismas, lo que para otros requería un esfuerzo considerable en ella no era más que el estirar una mano y agarrarlo como si fuese propiedad suya. Siempre supo moverse en los salones VIP y sitios exclusivos con una fiereza exótica frecuentemente admirada.

Para su cumpleaños número 27 le invité a salir, utilicé los tradicionales clichés de conquista adolescente, tomar de la mano, darle la razón, acercar nuestros rostros. E incluso al final de nuestra cita me aventuré a darle un beso en la mejilla por cada año cumplido, esperando que al terminar fuese suficiente para que ella me besara como deseaba... No hay que ser un genio para saber qué sucedió después: Adivinas bien. Quedé como un imbécil iniciado al final del conteo, caliente en la calle al momento de una despedida. Arrastrado a sus pies y lamiendo su suela en busca de un pequeño indicio que dijese que me correspondía medianamente. Que me daba luz verde para emprender viaje por el safari de su piel, de su tonalidad camuflada con el sol que se vislumbra al horizonte de una selva africana, donde las siluetas de manadas enteras suben y bajan constantemente en las curvas de su piel en una travesía que no parece tener fin ni diferenciar los límites entre el placer terrenal y la divinidad de la madre naturaleza.

Salvaje, Indomable, Libre


“Tienes novia”. Fue su única respuesta. ¿A mi qué diablos me importa que exista una persona en mi vida en este momento?, Todo se fue al retrete hace mucho tiempo y solo estoy esperando la ocasión indicada para cortar ese puto hilo de una buena vez. Hace muchas lunas seguí con mi vida adelante, cerré una puerta y continúe, así que no entiendo que ese sea un motivo real para joder mis frenéticos impulsos. No me dijo un “No”, y visto así, me suena más a que me dio un “Si”.

Un par de años después la volví a ver, por una única vez. En esa ocasión no cruzamos una sola palabra, fue uno de esos eventos exclusivos que tan bien se le dan a ella y a los que tan arrastrado suelo terminar, seguía igual de salvaje, y yo con el mismo deseo de empotrarme contra ese trasero divino, seguía presumiendo hazañas, yo seguía mirándole el trasero, se tomaba fotografías, yo le miraba el cuello, hacía una entrevista, yo me corría por dentro.

Muchas estrellas han brillado y se han fundido desde aquellos encuentros, vuelvo a saber de su existencia, su Instagram es una fuente de néctar que en mí sigue ocasionando el mismo efecto, se posa natural frente al lente, le coquetea al guapo de turno, seduce a la instantánea frente al espejo, yo le miro cada muestra de desnudez, cada textura, su pixelada y filtrada piel me sigue poniendo igual de cachondo. Su bronceado en el mar, su cabello mojado, el color de su piel y el sol del horizonte africano otra vez.

Los animales continúan su travesía, curva arriba, curva abajo, llevan siglos deambulando en esa dimensión sin límites del placer.

viernes, 28 de julio de 2017

Fórmula, no Ecuación


Cuando Daniela se lanzó a darle el primer beso a Rafael, no estaba pensando de forma racional, estaba actuando a consecuencia de un instinto. Y es que Rafael no era precisamente lo que los libros de hadas y fantasías que leía en su niñez denominaban 'Un príncipe azul'.


Cobijada por los quehaceres de una típica rutina, Daniela es freelance de Diseño Gráfico en el día, por las tardes se sumerge en uno de sus mayores vicios: La lectura, y en las noches cumple con sus deberes mientras de fondo tiene una película que ha repetido mil veces, el canal musical donde pasan los últimos temas patrocinados por la payola de ejecutivos discográficos, o bien suena en su reproductor el último cd que se ha comprado; no es excesivamente amante de la televisión paga, ni de saturarse las 24 horas del día frente a la pantalla de su celular, el que usa lo justo para gestionar su agenda y revisar las alarmas de los diseños pendientes para sus clientes. Lo que si parece imprescindible para ella es eso, la música. Por lo demás, el resto es de lo que se componían aquellos libros de su infancia: Puros cuentos.

A Rafael lo conoció en un evento de lanzamiento de plataformas que servirían como herramientas para los freelance. Él era uno de los conferencistas invitados, se encargada de exponer las virtudes de esa nueva plataforma que transformaría los problemas técnicos y las dificultades de facturación de los usuarios en un simple procedimiento de 2 o 3 pasos . Ese fue el comienzo de una corta relación laboral que evolucionaría más prontamente de lo que Daniela hubiese imaginado.

A la conferencia siguieron un par de casualidades, como el que Daniela fuese contratada para un proyecto en la compañía donde laboraba Rafael, y que tuviese que ser precisamente él, quien le brindara todo el panorama de los objetivos que la empresa quería alcanzar, lo que conllevó un par de almuerzos y citas, en los que la mujer se vio asombrada por la naturaleza de su compañero para darse a entender, su capacidad de expresar las ideas e involucrar emocionalmente a su interlocutor. Citas en las que la conversación se extendía hasta la noche por medio de sus teléfonos y de sus redes sociales.

La costumbre de su compañía y la sensación de seguridad, escucha y comprensión que se le brindaba por parte de él, hizo que en Daniela creciera una atracción intensa hacía Rafa, quien no era particularmente un tipo apuesto, sin embargo su forma de vestir, elegante pero informal, captó siempre su atención, los gestos que hacía al sonreír, el lenguaje corporal de sus manos al expresar una idea, la pasión con que le contaba las historias sobre su trayectoria laboral, la forma de levantar sus cejas y sonreír cada vez que la veía y la constancia en las pequeñas atenciones diarias como los saludos en la mañana y las buenas noches la hicieron sentir deseada.

Por eso al dar ese beso no se sintió avergonzada. Sino que por el contrario pudo ver cómo había adquirido un poder y una correspondencia con ese hombre que admiraba y había conseguido atraerle. Ese empoderamiento borró de ella muchas inhibiciones y tabúes que tuvo en el pasado, lo deseaba, pero más que desearlo a él, se deseaba así misma, deseaba a la versión de ella que había él había despertado.

Complemento, inspiración y crecimiento. Eso encontró en Rafa

"Atracción, admiración y deseo; Esa fue la fórmula, (Fórmula, no ecuación)". Se dice a sí misma Daniela, cuando se pregunta cuáles son las razones por las que se enamoró, mientras continúa elaborando sus diseños con un playlist románitico de fondo y la conversación con Rafael en su celular.


jueves, 20 de julio de 2017

A Reyes


Yo estaba advertido, desde que Reyes hizo lo que hizo. Que los que nacimos peones nos quedamos peones.

Siempre aspiró alto, buscó desde un principio el cielo y la mejor vista, con ella era siempre un vaivén en la palma de su mano.

Acostumbrada estaba a quien un castillo le brindaba.

Nosotros los peones no podemos ofrecer ni siquiera una Torre.

Nuestro caminar no se equipara al fino cabalgar de otros mayores.

El peón es dependiente, el peón nunca puede llegar lejos en solitario.

Yo a Reyes la vi Reina.

Reyes hacía que a mis días negros le siguieran días blancos.

También hacía que mis días blancos terminaran negros.

Yo a Reyes la vi Reina.

Pero Reyes me vio como lo que yo soy.

Un simple peón.